“Señal del juicio: se empapará de sudor la tierra.” Desde el cielo bajará el Rey Sempiterno, naturalmente presente en carne, para juzgar al mundo. Los hombres rechazarán sus fantasmas y
también cualquier tesoro, el fuego quemará la tierra, discurriendo por tierra y por mar. Romperá las puertas del tenebroso infierno.
Pero toda la luz liberada será transmitida a la carne de los santos. El resplandor del Sol desaparecerá y las esferas perderán su gozo".
Sibila latina Anonimus Córdoba (s. X)
HISTORIA DEL CANTO DE LA SIBILA
La figura de la sibila proviene de la época de la antigua Grecia, dónde estas mujeres eran oráculos que venían de tradición profana y estaban consideradas de uso público. Pero una incipiente
iglesia cristianizó esta figura, consiguiendo así, atemorizar al pueblo con el fin del mundo en uno de los momentos más felices, como era la Navidad, es decir, se le atribuía una visión
apocalíptica con la promesa de la segunda venida de Jesucristo para juzgar el mundo.
La sibila es uno de los personajes oraculizador más conocidos de la antigüedad clásica, y su anuncio nos mostraba la llegada del Juicio Final, que abarca a todo el mundo sin excepción, y nos
iguala a todos, como hacen también las medievales y tradicionales danzas de la muerte.
Las sibilas aparecen en diversos apartados y lugares del mundo mediterráneo, como Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma y todo el mundo antiguo al igual que en culturas Indoiranies.
Su nombre viene según algunos autores de la palabra griega io Bonl, que se puede traducir como “Voluntad de Dios Padre” y sugiere unos seres, siempre mujeres vírgenes y mayoritariamente ancianas,
casi divinas, con poderes para predecir otorgados por el dios Apolo. La primera sibila de la que se tiene referencia es la hija de Darda y Neso.
Las primeras tradiciones latinas también fijan tres sibilas históricas, Eritrea, la Sarda y la Cumana. Además, los Helenos también conocieron otras como la de Marpès, conocida también como la
Helespóntica. De las sibilas latinas hace falta destacar la Cumana y la Eritrea; a la primera se le atribuyen los versos anunciadores de futuro, y la segunda previno la caída de Troya y, por
tanto, fue consagrada al culto de Apolo Smintes.
En las Bucólicas de Virgilio (libro IV) podemos leer una profecía de la sibila Cumana en el que anuncia un supuesto fin del mundo: Heus ací que recomença l’ordre dels segles. Hi torna també la
Verge, torna el regne de Saturn. Una nova generació davallarà des de dalt dels cels.
Desde el cristianismo emergente de la época se interpretaron estas palabras de manera apocalíptica y entendieron que esta sibila anunciaba la segunda venida de Jesucristo para juzgar el mundo.
Los anuncios de las sibilas los podemos encontrar en diferentes idiomas, puesto que a principios del siglo XIII se tradujeron del latín a las lenguas vulgares (catalán, astur- leonés,
castellano…), con un marcado interés pedagógico.
Esta profecía de la llegada del Juicio Final que anunciaban las sibilas quedó fijada en la Noche de Navidad, debido a que la homilía o lección de San Agustín de Hipona era leída en la vigilia de
Navidad.
De esta manera se trataba de convencer a los no creyentes. En Ontinyent esta representación se ha fijado el 22 de diciembre.
La lectura e interpretación de esta lección se hacía en el segundo nocturno del oficio de madrugada de Navidad y con el tiempo aconteció una interpretación cantoral y teatral.
De esta forma este anuncio llegó a representarse de manera teatral o parateatral desde el siglo IX. Otro ejemplo de representación son diferentes episodios de la vida de Jesús (los Pastorcitos de
Belén, la Pasión…) o algunos anuncios y felicitaciones paralitúrgicos de fiestas como es el caso del Asguinaldo de Ontinyent.
Actualmente el canto se ha recuperado en bastantes poblaciones de nuestras tierras, siempre a partir de los restos encontrados, especialmente a partir del Cantoral Mallorquín del siglo XV, pero
también de los escritos de las Catedrales de Vic, Toledo, Girona y Valencia.
Via : musicaantigua.com